Historia del Estado Cojedes
La
más variada fronta, los más diversos paisajes, una abigarrada muestra
zoológica. Valles, sabanas, llanos, selvas, montañas, galeras, todo ello esta
presente en el Estado Cojedes, entidad federal venezolana, a la que por
antonomasia se le vincula al llano porque priva un mayor territorio “sin
jorobas”. Las especiales condiciones señalaron donde debían aposentarse los
pobladores desde los mas lejanos en el tiempo.
Indómito, los primitivos pobladores
deambularon por el ámbito Cojedeño, rancheando a orillas de ríos y caños,
viviendo de la recolección, de la caza y
de la pesca antes que de la siembra de los tradicionales cultivos de nuestros
indígenas. Por allí señorearon caribes, Achaguas, gayones, güires, guaiqueries, taparitas, tamanacos,
pero fundamentalmente los primeros, que dejaron su impronta en los hermosos
topónimos que identifican a Cojedes: Chirgua, tinapun, pacaragua, tucuragua,
macapo, tinaco, paraima, entre otras.
Con esta gente se van a topar los
religiosos. A los misioneros capuchinos andaluces se deben los pueblos
cojedeños.
Estoicos, a pesar de las flechas y
macanas de los aborígenes, empeñados en resguardar su territorio de la
intrusión. Con sus inmensos hábitos oscuros, su cordón sandalias y luengas barbas, los hijos de San
Francisco, a pie, en bestias o embarcados sembraban la semilla del
cristianismo, reducían a pueblos a la diáspora de los naturales y asi surgió la
mayoría de las comunidades, desde su capital San Carlos, El Baúl, Cerronegro,
Lagunitas, Mapuey, Santa Clara de Caramacate, San Francisco de Cojedes, en los
siglos xvii y xvii. Unos se
quedaron; otros desaparecieron. Muchos clérigos pagaron con su vida la
penetración del territorio cojedeño, como Fray Placido de Belicena a quien en
1666 mataron los guamonteyes del indio Cabezón en el sitio de Paraima.
En la guerra de independencia, Cojedes
cedió a muchos de sus hijos para la lucha; desde San Carlos, El Tinaco, El Baúl
y otros pueblos surgieron nombres que después fueron figuras: los Figueredos,
José Laurencio Silva, el fiel custodio y compañero del libertador; Manuel
Manrique, el centauro Rafael Ortega, Francisco Farfán, los Rolichon. Sus hijo9s
y los de afuera se batieron en los campos de Cojedes, San Carlos, Taguanes, El
Arao, Los Colorados.
Después vendrían los días de torrentes de
sangre en la Guerra Federal.
En San Carlos murió de un certero balazo en los brazos de Guzmán Blanco el
Valiente Ciudadano Ezequiel Zamora.
Posteriormente, cuando la paz reino,
quebrantada algunas veces por guerritas internas, Cojedes comenzó a labrar su
futuro. Honestos, bregadotes, laboriosos, callados pero no sumisos, los
cojedeños y los que vinieron a meter el hombro por la religión se dedicaron a
las tareas del agro. La ganadería y la agricultura han sido el fuerte de la economía. En las fincas hiatos
pastan los ganados que le dan fama al estado. Los hatos barreteros, los
loreteros, hato Piñero que cobra fama en los últimos años, santuario natural de flora y fauna. Recientemente
se han instalados zonas industriales en San Carlos y Tinaquillo que contribuyen
al desarrollo de la entidad, reclamando el
concurso de la mano de obra en la población económicamente activa.
También en las letras, el sacerdocio, las
bellas artes, el Estado Cojedes a dado prestantes figuras a la nación
Venezolana.
Gente vinculada a la literatura, la
historia, la educación y la ciencia tienen a Cojedes como patria chica.
Cojedes tiene el futuro asegurado con
tesón, sus hijos van dibujando el mejor perfil de su terruño de lo cual se
auguran muchos mejores tiempos.
Cojedes cuenta con
gran variedad de sitios y lugares históricos entre los cuales se pueden
nombrar: La Casa
la Blanquera lugar donde se planifico la Batalla de Carabobo, Iglesia Santo Domingo,
Iglesia Nuestra Señora del Rosario, Entre otros...Cojedes tiene grandes
personas que pasaron a la
Historia como lo fueron: José Laurencio Silva quien lucho
junta a nuestro Libertador, Mons. Sixto Sosa padre colaborador con la Iglesia de Tinaco.
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